Arco 2014: op art y artistas renovadoras

05/03/2014 by Nuria

Mia Hamari_ARCO2014

Mia Hamari. Arco 2014. Foto: Manu Bausc

A Ana Nadal

Vas a Arco con ganas de enamorarte de algún artista, de una pieza irresistible, de una idea superoriginal. No siempre lo consigues. Como cada año, te esperabas más. Dejando a un lado los galeristas que no saben distinguir el arte del kitsch, Arco 2014 se ha caracterizado por el arte óptico y por el aumento de mujeres artistas.

Las numerosas obras de OP ART expuestas en Madrid retoman los juegos ópticos de los 70. Los peligros de continuar en esta línea en el 2014 son: el decorativismo y la superficialidad. Se salvaría el engaño perceptivo de la constelación “Insomnia XIII” de Miguel Rothschild hecha con agujas. También podemos incluir a las obras basadas en la desproporción, donde el grande se ve pequeño (y viceversa) como las mini-sillas de Ignacio Llamas, o la foto gigante del tetra brik. O aquellas donde, por ejemplo, un objeto trapezoidal (como la caja fuerte de Robert Lazzarini: “Safe (blown)”) parece rectilíneo según el ángulo de visión. A parte de la ironía antiburguesa del título, la deformación la conocemos de la televisión. También se incluirían las bolsas grises que parecen piedras lunares de Mauro Giaconi jugando con la antítesis blando-duro. Y el juego de falsas sombras pintadas en la pared de Liliana Porter que, destacaría sobre otras obras, por su transcendencia pictórica y existencial. Exceptuando casos como Poter, las bromas ópticas son fáciles de entender y, en consecuencia, son populares. Si además, tienen movimiento (como las bolitas de acero de Grönlud-Nisunen, “Instable Matter”), el éxito de los no entendidos está asegurado.

MAYÚSCULO Y MINÚSCULO. En el arte contemporáneo encontramos piezas enormes y otras diminutas. La exageración está a la orden del día. Mientras no caigamos en lo colosal hortera del nuevo rico, adelante. Los formatos grandes impresionan instantáneamentete; los pequeños y delicados reclaman atención. La modelo recubierta con pintura roja agujereada de Susy Gómez y la mayoría de fotos deslunbrantes e impolutas de Arco, como las flores de Michael Welesley, formarían parte del primer caso. También la pobre que duerme en la rica biblioteca de Eugenio Ampudia. Y el mise en abîme infinito de la librería de Nicolas Grospierre. Las telarañas de Tomás Saraceno representarían la línea sutil e inteligente del bio-arte.

POCA INNOVACIÓN. No hemos hallado innovaciones originales al cien por cien. Eso que muchos se han exprimido la cabeza como Enrique Radigales con las piedras cuneiformes de contactos eróticos escritas en lenguaje informático (lo viejo y lo nuevo) alineadas en un dispositivo de Viagra preparado para ser izado. Damien Hirst esta vez ha renunciado a provocar y nos ha enviado sólo un punto rojo. Muntean / Rosenblum han tenido suerte; varias galerías exponen sus dibujos de coloritos con lemas cándidos. El País ha querido que Ferran Adrià fuera la estrella de Arco 2014 regalándole un stand de honor. Volvería a repetir que la dimensión es un elemento estético menor. Ferran Adrià es un cocinero genial, pero querer hacer de él un artista y un científico es excesivo. Pese a usar términos como “genoma”, sus organigramas no tienen nada de genéticos. Y los dibujos de El Bulli son naifs. No obstante, es interesante ver su cabeza rayando y organizando. Adrià es, por méritos propios, un artista de la cocina. Chapeau. Pero El País podía haber dedicado su stand a promocionar creadores con menos recursos.

ORDEN Y CAOS. Lo más desagradable de una feria es el popurrí. Lo heterogéneo (de estilos y calidades) domina. Te puedes encuentras un profundo Zoran Music pegado a una escultura futurista de poca monta. En medio del caos, tan molesto y laberíntico, hay buenas obras si tienes la paciencia de identificarlas. Las SERIES ordenadas te brindan un poco de paz. Arco 2014 ha contado con renovaciones interesantes de Warhol, como los catálogos de Luis Coquenão de bellos paisajes en el límite entre pintura y fotografía. La serie de Claudia Jaguares de las palmeras, los skylines y la ventana cuadriculada también está muy bien. Y la de fotografías de pisos iluminados de Luz María Bedoya. Y el despliegue de Andrea Canepa de la Galería Wu. La combinatoria biológica de los dibujos de las formas vegetales es impresionante. ¿Cómo puede ser que un ramo de flores dividido en partes se extienda tanto? Que mudable y einsteniana es la percepción de las dimensiones de un objeto en el espacio. También ocupa un lugar destacable la fantástica serie de formas de cerillas quemadas de Marlene Stamm. Y, sin duda, las Permutaciones de Esther Ferrer, donde los pomos metálicos se vuelven figuras en múltiples posiciones. Los dibujantes que hacen animación podrían tomar nota. Ferrer hace maravillas conceptuales con un objeto cotidiano y consigue que miremos lo vulgar con ojos nuevos. La cita de Genet que la acompaña de amantes que se parecen (“Parfois les copies sont plus belles que l’original”) es pertinente a la serie de pomos similares. Un gran artista es aquel que nos demuestra que con cualquier cosa, si se tiene imaginación, se pueden crear historias nuevas.

ARTE Y ESCRITURA. Como no podía ser menos, dada mi debilidad por la escritura (aumentada por Los Calígrafos), la colección de invenciones caligráficas de Mirtha Dermisache evocando grafías de todo el mundo me ha llegado al corazón. La obra de líneas ondulantes de Mónica Bengoa también sería interesante si no retomara una idea de Johanna Calle sobre El proceso de Kafka. Sólo salvaría Bengoa porque las letras caídas al suelo le otorgan personalidad. Sobre arte caligráfico, no se pierdan Jaume Plensa ni Miriam Londoño.

Los observadores no podemos evitar llevar los fenómenos hacia nuestro terreno. Cuesta  sustraerse del prejuicio egotista, sobre todo cuando te encuentras una instalación o unas fotos como los palacios inundados de Pablo Genovés del 2012, o como las de Santiago Borja, que resumen en un instante lo que tú has estado investigando años. En su “Proyecto paralelo”, presenta la antítesis entre los paralelepípedos de la Bauhaus y las formas curvas de las cabañas tribales. Para decir esto, en Una casa para componer necesité cuatrocientas páginas. Borja lo remata y, a través de la manta de grecas tendida en el suelo, nos avisa: no caigamos en falsas simplificaciones. Las formas populares también pueden ser cuadradas.

Continuando con los puentes con mis temas preferidos, este año de Al vértigo me han atraído especialmente las obras con montañas como la gama de verdes caquis del paisaje de Mateo Maté de la galería Max Weber de Munich, el contraste entre las noticias negativas y la placidez inalterable de las postales de Mikel Telleria, y unas botas que se queman en la pared, divertidas e inclasificables. Hablando de fuego y escandinavos, que destroyer el parasol quemado de la playa de Anna Rokka de la galería Sinne de Helsinki. Adiós, romance. Adiós, verano tropical.

POCA CRÍTICA. Poca crítica al poder en Arco 2014. Han pesado más las bromas perceptivas y superficiales del arte óptico. Y ha suscitado más interés el hiperrealismo fotográfico de Franquelo que los problemas sociales. Según cómo, lo agradecemos. Los artistas plásticos cuando hacen política, como la quieren hacer con cuatro símbolos, a menudo caen en panfletos. Afortunadamente, no siempre. La fotografía de los palestinos en el palacio de Reza Aramesh, tan actual y tan Tintoretto a la vez, sería una excepción. También la ínfima dignidad perdida en un papel arrugado de Mikel Telleria. Y la petición de trabajo a Papa Noel (dado que Finlandia era el país invitado). Asimismo, Arco ha recibido un filme de crítica al poder excelente: “The Lost”, una película anti-nazi rescatada del olvido por Reynold Reynolds. La obra plantea experimentos frankestianos con mujeres vivas a partir de un cuento de Christopher Isherwood y alerta que, bajo los cabarets de Berlín, se perpretan depravaciones. La galería holandesa West ha presentado en Arco fragmentos del film, proyectándolos de manera simultánea e invitando al espectador a hacer un posible montaje de ellos, tal y como ha tenido que hacer Reynolds.

MUCHAS ARTISTAS. A lo largo de este recorrido, he citado a muchas artistas: Liliana Porter, Susy Gómez, Claudia Jaguares, Luz María Bedoya, Andrea Canepa, Marlene Stamm, Esther Ferrer, Mirtha Dermisache, Mónica Bengoa, Johanna Calle, Anna Rokko… Las obras que más me han interesado casualmente eran de mujeres. Es un buen síntoma. Constituyen nuevos puntos de vista para el arte. Aportan inversiones de géneros como “La pietà invertida” de Miguel Ángel de Marina Vargas (que ya conocíamos de 2011) o críticas a tradiciones atávicas como la mujer-yegua, peluda y sin cabeza, afilada por el sexo y los ancestros de la finlandesa Mia Hamar.


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