Mistana es un pueblo de cuarenta egoístas, con quijotes, perdedores y enfermos que despiertan nuestra simpatía y aversión. Como todo espacio cerrado, este pueblo perdido y brumoso esclaviza a sus habitantes. ¿Por qué no se van a vivir a un lugar mejor? Ante la dictadura que flota en el ambiente cada mistanés reacciona de una manera diferente, desde la angustia hasta la frivolidad, ejemplificando la religión perspectivista que profesa Perpinyà. Al igual que los ciegos de Saramago o los fantasmas de Rulfo, los locos de Mistana viven en un espacio simbólico que recuerda una tragedia griega pasada por Cocteau y por el aire felliniano del Satyricon.
El pueblo de Mistana es de planta circular y está enclavado en una pequeña hondonada celta rodeada por menhires, similar a la de Avebury, en Inglaterra. Por las calles corren canales de agua que recuerdan a los de Candelario, en Salamanca, que se funden con los rumores de las conversaciones a oscuras.
En el libro, el clima simboliza la influencia de la familia y de la sociedad sobre el individuo. Estas influencias, difícilmente eludibles, pueden ser negativas y asfixiantes como la niebla perenne de Mistana.
Sin embargo, Perpinyà no cree que la influencia del clima (de los padres o de la política) deba ser determinista ni operar en una sola dirección. La influencia está ahí, y es muy grande, pero es diversa. Para unos, la niebla de Mistana es trágica, para otros lúbrica, para otros espiritual. Los habitantes del pueblo se comportan como sibaritas de balnearios y también como ciegos perdidos; para comprender la sensación de ceguera la autora se hizo asidua de las bibliotecas de la ONCE.
Asimismo, Mistana es una tragedia sobre la maternidad y los hijos muertos. Y, sin duda, una reflexión sobre la locura. El pueblo es un lugar olvidado y secundario. Su protagonista, Simbert, un fracasado.
Mientras que en Un buen error, Perpinyà replanteaba el castigo aristotélico por un error, aquí la autora lo suscribe totalmente. La escapadita de Jofre con Sendal tiene unas consecuencias desproporcionadas como ocurre en las tragedias griegas.
Núria Perpinyà construye esta historia fantástica sobre la familia y la locura con un ritmo in crescendo que se precipita como una avalancha. Mistana es una novela poética escrita con un lenguaje delirante empapado de versos en prosa que imanta a los lectores. Perpinyà se planteó saltarse una prohibición estética que, hasta ese momento, había acatado de buen grado: la rima consonante. Su sonoridad, a momentos casi cacofónica, otorga una fealdad y una contradicción metaestética adecuada a la locura. Los laberintos de ecos y resonancias de la prosa poética expresan los laberintos mentales de los personajes y aportan el aire legendario de un romance. Los juegos de palabras que en Una casa para componer tenían una función musical, aquí la tienen de obsesión. Este recurso expresivo desaparecerá en los libros posteriores de la autora.
La niebla en la literatura y el arte
Los libros donde la niebla juega un papel importante son malos. Esta fue la inesperada conclusión de Perpinyà tras investigar la tradición literaria de la niebla. O tenía que cambiar de símbolo o mejorarlo. Bien pensado, el campo estaba virgen. Salvo excepciones como la surrealista Ronda naval bajo la niebla de Calders, la niebla filosófica de la “nivola” de Unamuno o menciones poéticos puntuales, ningún escritor había tratado este clima con la profundidad y dignidad que se merecía. La autora se resistía a creer que la niebla fuera culpable de nada. Quizá todo era culpa de Aristóteles quien en Las metereológicas dice que la “la niebla es una nube estéril” y un fenómeno “secundario”. Perpinyà tenía que disociar la niebla de sus clichés negativos y recrearla más allá de los fantasmas y la ciencia ficción. A pesar de ser consciente de haberse adentrado en un bosque brumoso desconocido, en los pasajes líricos, Mistana podría asemejarse a la pintura difuminada de Turner con música de Debussy. Las recreaciones artísticas de este fenómeno son de mayor calidad que las literarias: como lo demuestran: el edificio de niebla de Fujiko Nakaya; la habitación de niebla espesa de Veronica Sanssens; la escultura de Diller y Scofidio instalada en el lago Neuchâtel (“Ring”, 2002 ), una especie de “heaven gate”; o la nube violeta de “Trans” de Stockhausen, que hace de puente musical con el libro anterior de Perpinyà.
El Satyricón de Petronio (siglo I, época de Nerón ) no tiene relación con Mistana, a pesar de la sexualidad de las termas, pero sí la versión de Fellini. Empezando por el punto de común de unos hombres que se pierden por la niebla y llegan a n prostíbulo. La película, espléndida, es como un Cocteau pasado por Greeneway, mientras que la obra de Petronio (si los latinistas nos lo permiten) relata un banquete procaz que se hace aburrido.
La niebla de Lleida
La niebla de Mistana también tiene una dimensión autobiográfica. Núria Perpinyà y Filella es oriunda de Lleida, famosa por su niebla invernal. Siempre le había llamado la atención que fuera tan criticada, cuando a ella le parecía bellísima y literaria. De las pocas cosas que le dan carácter. La niebla otorga personalidad a una ciudad anodina y lo hermana con otras ciudades y lugares brumosos del mundo.
En Mistana, Perpinyà adopta el mismo principio de ingeniería literaria de Un buen error: invertir los hipotéticos defectos y convertirlos en virtudes. La niebla de Lleida y de Mistana tienen una energía estética que no puede pasarnos por alto. Cuando en Lleida hay niebla no es un drama: puede que no sea práctica pero es un bello espectáculo.
Más allá, la autobiografía se difumina. Lleida sólo sirve como decorado de inspiración. Nada más lejos de la intención de la autora y de la realidad que afirmar que los leridanos son locos, fracasados , libertinos o místicos.
¿El humo neblinoso era de Londres o de Charles Dickens?
London. Implacable November weather. As much mud in the streets, as if the waters had but newly retired from the face of the earth, and it would not be wonderful to meet a Megalosaurus, forty feet long or so, wadding like a elephantine lizard up Holborn Hill. Smoke lowering down from the chimney-pots, making a soft black drizzle, with flakes of soot in it as big as full-grown snow-flakes –gone into mourning, one might imagine, for the death of the sun.
Charles Dickens, Bleak house (1853)
Londres. El tiempo en noviembre es implacable. Hay tanto barro por las calles que parece que las aguas se hayan retirado de la faz de la tierra, y que no sería extraño encontrarse un Megalosaurus, de cuarenta pies de largo o más, arrastrándose como un lagarto gigante Holborn Hill arriba. El humo se derrama por las chimeneas y produce una llovizna negra de copos de hollín que como, uno se puede imaginar, se prolonga todo el día, desde la mañana hasta la noche.
Charles Dickens, Casa abandonada (1853 )
Magí Morera, “Vagando” (Londres, 1914)
Nada aquí me habla del amado terreno.
¡Que lejos me encuentro de la cuna de antaño!
Todo cuanto siento y veo me es forastero:
Ni este cielo es mío, ni este sol.
Los ojos se me abren, hasta hacerme daño,
Con el afán de dar cabida a tanta bendición:
Mas…, pienso en mi Lleida humilde y… es que no!,
Todo esto no es mío aunque sea mejor.Busco, vagando, la flor familiar,
O alguna chispa de calor de hogar.
Y al azar inclino los ojos, y el corazón me rompe
¡un banco de niebla sobre el río enorme…!Y veo mi Segre y su invierno brumoso…
Y beso el Thames por el recuerdo piadoso.
Sobre la influencia psicológica del clima
El protagonista de Mistana es un metereólogo, Simbert Orhiac. No es el único. En el cañamazo del libro hay muchos más, como E. Fontserè o V. Sureda. El libro rinde homenaje a los autores que han estudiado las relaciones entre el arte, el carácter y el clima, desde el siglo XVIII hasta la actualidad: Tardieu, L. Dufour, A. Galceran, Rodríguez del Castillo, E. Conde, M. Palomares, etc. Algunas de sus teorías son estrambóticas y anticientíficas y, por eso mismo, de lo más adecuado a la locura del libro. Destacaríamos la magnífica Geopsique (1911) de W. Hellpach, el subtítulo es: “El alma humana bajo la influencia del tiempo, del clima, del suelo y del paisaje.” A pesar de haber sido escrito en el siglo XX, este ensayo es de filiación romántica igual que Mistana.
Modificados continuamente por nuestros sentidos y por nuestros órganos llevamos, sin darnos cuenta, en nuestras ideas, en nuestros sentimientos y en nuestros actos, el efecto de estas modificaciones. Los climas, las estaciones, los sonidos, los colores, la oscuridad, la luz, los elementos, el ruido, el silencio, el movimiento, el reposo, todo actúa sobre nuestra alma.
Jean-Jacques Rousseau (siglo XVIII)
Sobre la locura
Mistana es una novel.la de locos y, en consecuencias, llena de disociaciones, contradicciones y depresiones. Para hablar con propiedad, Perpinyà rodea durante unos años de inteligencia. Intelectuales, psiquiatras y escritores que han reflexionado sobre la locura: J.E.D. Esquirol, W. Styron. D. Cooper, Steinberg & Schnall, O. Sacks, Castilla del Pino, Laing, Kräpelin, Torcuato Luca de Tena, P. Benoit, Erasmo, Sartre, H.P. Lovecraft, Maupassant, Gogol, L.M. Panero, Blanchot, Hölderlin, Cioran, y, entre otros, U. Zürn.
La cita que encabeza el libro hace de puente con la pianista de la novela anterior, Una casa para componer: “La princesa de Homburg ha regalado un piano a Hölderlin. Él le ha cortado las cuerdas, pero no todas, de tal manera que muchas teclas aún suenan y puede hacer improvisaciones.” Bettina von Arnim (1840)
Mi locura no ha tenido testigos, nadie se ha dado cuenta de mis insensateces, sólo estaba loca mi intimidad. A veces, furibundo, estaba fuera de mí. Me decían: Que feliz que estás… Y sin embargo era un hombre consumido de pies a cabeza, por la noche, corría por las calles y gritaba; de día trabajaba tranquilamente. “
Maurice Blanchot, La locura de la luz (1973)
¡Madre! Madre! ¡Ven a ayudarme, por favor! Si me quedo ciego y pierdo el sentido como mi padre, ¿que será de mi hijo? ¡Oh, te lo ruego, dime como sobreviviremos a nuestra locura!
Kenzaburo Oé, Dinos como sobreviviremos a nuestra locura (1966)
En este pueblo no hay electricidad
los plomos se fundieron hace muchos años,
somos los herederos de un rastro maldito
a trompicones de no se sabe quién.Enric Casassas, “Pueblo”, No estábamos (1993)
Una tragedia
De las tragedias griegas, Mistana recibe dos herencias. Una la del género, precipitándose al caos, como consecuencia de los errores de hombres virtuosos. El libro exemplica la teoría aristotélica del héroe trágico y demuestra que, restándole dogmatismo, ya que hay otras maneras de hacer tragedias, sigue funcionando.
La segunda, la del trasfondo edípico entre Ghomar y Simbert. La madre, una lánguida pero autoritaria filósofa, tiene subyugado a su hijo y al pueblo entero. “Como es el ama, así es Mistana”. El padre es el alcalde, Jofre Orhiac, una especie de quijote anarquista. El hipotético rey del pueblo en lugar de ser asesinado al inicio de la obra, lo será al final. Pero no por un malentendido.
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