Diatomea o el color azul del planeta: una novela sobre el mar
El título de la novela de Núria Perpinyà es un homenaje a los océanos y a nuestro planeta. Asimismo, como el título podría asociarse a un planeta desconocido, ayuda a subrayar el carácter futurista de la historia.
Las diatomeas son unas microalgas que nutren de oxígeno a los mares y a los ríos con su fotosíntesis; son especialmente numerosas en la superficie del fitoplancton. Estos millones de microorganismos unicelulares tienen formas geométricas transparentes de tonos verdosos y azul turquesa. Juntos forman unas colonias cristalinas gigantes situadas en la superficie de los océanos. Cuando el sol ilumina estas láminas de vidrio vegetal, la luz se refleja y hace que el agua transparente parezca azulada. El planeta Tierra se ve azul desde el espacio gracias a las diatomeas. No en vano, las denominan las joyas del mar.
Las mejoras del siglo XXIII: otro mundo posible
DIatomea (2022) es una narración futurista verosímil, sin monstruos ni alienígenas, donde ya no hay razas, ni guerras, ni comida tradicional. La población mundial es mulata. Estamos en el año 2216. Los chicos enseñan en la escuela —en lugar de ser enseñados—, los robots forman parte de la familia y todos los políticos son mujeres. En el mundo imperan tres ideologías: el feminismo, la ecología y la defensa de las libertades individuales. Los terráqueos gozan de un estado de bienestar donde los malos pronósticos de la ciencia ficción sobre distopías, apocalipsis y sistemas totalitarios parecen no haberse cumplido.
En la novela, la fantasía de los niños es un valor muy preciado y tiene una gran influencia en la sociedad del siglo XXIII porque ofrece alternativas impensadas a las costumbres tradicionales. Análogamente, los sueños no son considerados como algo irrelevante sino que su surrealismo ayuda a forjar nuevas ideas y a reaccionar ante el insólito; y lo que es más importante, en este mundo futuro perpinyanesco se ha descubierto que la actividad onírica es clave en la evolución de la humanidad; los sueños son los canales de transmisión de la especie a través de los cuales se transfiere experiencias recientes y milenarias. Asimismo, la novela expone una revolucionaria teoría del tiempo no efímera, ilustrada con un reloj de arena de lado en movimiento, donde los granos del pasado y del futuro se entremezclan con los del presente: “El hombre se hace esencialmente con reflujos: ni el pasado se va del todo ni el presente es del todo nuevo. Las aguas de uno y del otro se mezclan en el presente. El hombre es una suma de acciones progresivo-regresivas. Avanzamos con pruebas y errores, rectificando y mejorando.” Es en este punto, en el de la imaginación, donde Perpinyà conecta con los mejores escritores de ciencia ficción: T. More, Le Guin, Capek, Verne, Asimov, Zamiatin, Orwell, Huxley, J.G. Ballard, Atwood, Crichton, Lem, Mc Ewan, etc.
Paralelamente, el protagonismo del mar entronca a la autora con una de sus épocas predilectas: el Romanticismo. No es extraño, pues, que entre las líneas de Diatomea oigamos eco de Byron o Hugo alabando la belleza del azur y la energía salvaje de los océanos. Asimismo, siguiendo el preciosismo formal característico de su estilo, en esta ocasión Perpinyà se hace heredera de la riqueza marinera que plasman en sus obras escritores catalanes como Joaquim Ruyra y Josep Pla. Tampoco faltan simbiosis con otros poetas como el oceanógrafo Joan Puigdefàbrega: “Las palabras insulares ya no cuentan nada; simplemente se dejan nadar con una voz silente que querría ser espuma”.
La natura plangens del cambio climático
El maltrato a la naturaleza no es algo nuevo. Desde hace siglos, los homínidos han usado y abusado de los recursos terrenales. Alain de Lille escribió en el siglo XIII un lamento, un planctus, donde la naturaleza se quejaba de los hombres. Ella exponía que todo el mundo le obedecía con una sola excepción. Las plantas, las rocas y los animales la respetaban, salvo nosotros. En su De planctu naturae (ca. 1168), Lille narra una utopía donde el hombre abandona sus vicios y vive en armonía con el planeta y con el universo. Complementariamente, artistas actuales como Alicia Jeannin en «Water wórd (Une était la langue #0)» enlazan la matriz sonora de la palabra Agua con los orígenes del indoeuropeo y del lenguaje que nos une.
La sociedad de Diatomea es casi perfecta, de no ser por el cambio climático. La temperatura del planeta es cada vez mayor. El deshielo de los polos y de los glaciares de los Alpes, de los Andes y del Himalaya provoca inundaciones y cataclismos. Por suerte, en el año 2220 los ecologistas están en el poder.
Inocentes convertidos en culpables y soluciones demagógicas absurdas
La demagogia emplea una retórica sofista para convencer de cualquier cosa; por ejemplo, de que un inocente es culpable. La historia del holocausto y de los gulags serían tristes ejemplos de ello. Kafka se refirió a esta tergiversación con maestría en El proceso. En Diatomea, el agua inocente se convierte, gracias a las dotes novelísticas de Perpinyà, en una asesina.
Así mismo, resolver problemas políticos con una guerra es una solución necia, irracional, absurda y maligna que los gobernantes (sobre todo los violentos y presuntuosos) siguen llevando a cabo, a pesar de ser tan inhumana y contraproducente. El ataque poco inteligente de Putin contra Ucrania (que ha coincidido con la publicación de este libro) es una muestra de este trágico sin sentido que lleva a montañas de ruinas y a desiertos de desolación. En Diatomea también hay propuestas descabelladas y demagógicas para mejorar puntos críticos. Al fin y al cabo, no forma parte de literatura sino de la realidad que, por ejemplo, se haya planteado enterrar residuos nucleares en el fondo de los océanos. También fue tristemente histórico el plan agrícola de Lissenko que,provocó desastres ecológicos (con el visto bueno del no menor exterminador, Stalin) en lugar de mejorar las cosechas tal y como prometía. En consecuencia, cuando el protagonista de la novela de Perpinyà propone una solución geológica radical (suprimir los mares) aunque parezca ciencia ficción, no lo es del todo dado que el ser humano ha llevado a cabo barbaridades e incongruencias peores La defensa del progreso y del antropocentrismo puede ser demencial y nada ética. Y lo peor es que millones de personas de pocas miras lo secundan con conformismo. Diatomea es, de alguna manera, un lamento satírico contra la estupidez humana.
Personajes y paisajes
Los protagonistas de Diatomea son mulados: el físico Bekele Jenklin; su pareja, Kailani, una perfumista polinesa; y su hija ecologista, Fronei. También juegan un papel importante: los pescadores Menorki (la familia de Kailani); Pepa Kaleköy (una empresaria de la construcción); Carla Tarnizena (una bióloga evolucionista); la maestra Siana Tarragovicz; y los robots Ro y Ro5.
Los espacios de la novela fluctúan entre grandes inundaciones, una ciudad futurista, desiertos, cuevas e islas artificiales paradisíacas. En medio del libro aparece un paisaje inesperado contundente que funciona como una alegoría.
Trama alternada
La intriga de Diatomea es una misión inquietante que a veces da miedo y, otros, nos hace sonreir. El absurdo tiene esa forma tragicómica de ser.
En la primera parte, los capítulos elegíacos se alternan con los satíricos del mundo científico; y los líricos marineros con los relatos de los notables cambios de vida del siglo XXIII. En las páginas de Diatomea, suena la música del agua, a veces melódica; otras, desgarradora.
La segunda parte arranca sesenta años después. El ritmo ahora es de aventura. La protagonista es la hija del científico, Fronei Jenklin, que tiene 74 años. Es la líder de la oposición ecologista. Una mujer perseguida y un modelo de heroína inusual: una septuagenaria lista y fuerte.
Forma parte de las paradojas de nuestra especie que las bellas diatomeas marinas sirvan para la fabricación de ladrillos y de dinamita una vez fosilizadas gracias al sílice de su composición. En este libro asistimos a la lucha entre los océanos de siempre y la imparable industria constructora, símbolo del progreso humano.
Diatomea dentro del conjunto de la obra de Perpinyà
Siguiendo con el estilo característico de la autora —espirales que confluyen en torno a un tema— nos encontramos con una ficción que gira en torno al agua: desde la lluvia y el mar hasta los perfumes y los fluidos sexuales, pasando por la tortura del gota a gota. También aparecen temas perpinyanescos como la ciencia, el magisterio, el individualismo, la arquitectura o el dilema entre el caos y el orden, algunos de los cuales son reformulados con ironía. Como novedad tenemos el protagonismo de la política y el de la infancia, inexistentes en los libros anteriores, a excepción de la niña perdida mistanesa.
Diatomea supone un giro en la trayectoria de Núria Perpinyà. Sin abandonar del todo el realismo, la autora apuesta por un mundo imaginativo tal y como había hecho en Mistana, su novela irreal sobre la niebla. ¿Estamos ante un libro de ciencia ficción? No exactamente. El libro de Perpinyà es, pese a sus absurdos, una historia fantástica bastante realista. Existe, eso sí, una fabulación del futuro, un mundo tecnológico desconocido y científicos como protagonistas. Asimismo, dado el peso que tiene el cambio climático, se puede clasificar como un libro de Cli-Fi (ciencia ficción climática). Sin embargo, dejamos en suspense si se trata de una distopía o no.
Diatomea es un libro de humor y de inventiva de una gran libertad mental que nos invita a escapar más allá de los límites de lo cotidiano. No en vano, parte de este libro se escribió durante el confinamiento de la pandemia del 2020.