Lo primero que sorprende es que los actores no hablan con acento argentino. Lo último, que no ha sido una obra tan moderna como te esperabas. Y que no has reÃdo. Vamos al teatro, a una cita, con prejuicios, preveyendo lo que puede ocurrir. La frustración de expectativas suele ser buena. La realidad, el otro, es capaz de sorprenderte y salirse del guión que le habÃas escrito mentalmente. Tolcachir ha vuelto a hacerlo, porque Emilia es muy diferente de El tercer cuerpo y de La omisión de la familia Coleman. Aunque continua habiendo las tensiones de un grupo cerrado, se acabó la comedia y el humor ácido. Emilia es una tragedia in crescendo a la manera griega. Es una obra clásica, sÃ. Y eso en teatro, y más en Tolcachir, sorprende. Es un gesto de osadÃa, como los pintores que vuelven al realismo después de la abstracción. No sé porque al teatro y a las artes plásticas les pedimos tanta originalidad. Mucho más que a una novela o la poesÃa. No diré que es un paso atrás porque yo misma en Al vértigo lo he hecho. Significa recuperar la cordura (aunque sea formal) en obras que temáticamente están carentes de ella. Tanto en el caso de Tolcachir como en el mÃo, la crispación y la locura es tan grande, que no hay que vestir de locos los personajes, ni que hablen como si lo fueran a la manera de Arrabal o Ionesco. No son extravagantes, sino simples ciudadanos que enloquecen o degeneran. A
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Emilia de Tolcachir o el amor a un maltratador
febrero 14, 2014 by Nuria
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